31 marzo 2011

Gas natural para los vehículos.


Evolución del precio del gas natural en el último año (NYMEX)

Como he señalado ya en varios posts anteriores, Estados Unidos vive un boom de producción de gas natural, gracias a las nuevas técnicas de extracción, de tal forma que su precio lleva tiempo desparejado del precio del petróleo y baja en vez de subir (no así en España). Hay mucho gas en Estados Unidos, lo que ha vuelto a hacer a ese país autosuficiente.

En un importante discurso declaró ayer Obama: "El potencial del gas natural es enorme" y añadió algo así como: "El año pasado, más de 150 miembros de ambos lados de este Congreso legislaron otorgar incentivos a los vehículos que usen el combustible que quema limpio, el gas natural"

"Clean-burning natural gas". De acuerdo, pero no nos venga luego el presidente diciendo o sugiriendo que el CO2 es sucio. La combustión en los vehículos a gas natural emite casi el mismo CO2 que la combustión de un motor de fuel o de gasolina. Quizás directamente un 25 % menos, solamente. Y si se consideran las emisiones de CO2 correspondientes a los procesos de extracción, compresión y transporte de ese gas hasta sus puntos de consumo, probablemente se acaba emitiendo tanto o más CO2 que la gasolina. Esto sin contar los escapes, que al ser de metano (el gas natural es esencialmente metano), añaden "efecto invernadero".

En lo que se refiere a partículas y otros gases, como los óxidos de nitrógeno o monóxido de carbono, sí que emiten mucho menos los motores a gas que los motores de fuel o gasolina. Sí parece que es verdad que esos vehículos son más limpios y convenientes para las ciudades. Pero no se perpetúe Obama en el engaño con sus frases gaseosas, adecuadas a cada público y momento, sin atreverse a romper de una vez el paradigma ecologista de que el CO2 es sucio.
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“The potential for natural gas is enormous” “Last year, more than 150 members of Congress from both sides of the aisle produced legislation providing incentives to use clean-burning natural gas in our vehicles instead of oil. And — and that’s a big deal.”

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28 marzo 2011

Edad de las nucleares




He aquí la pirámide de edad de los reactores nucleares en funcionamiento en todo el mundo en Enero del 2011 (click para hacer más grande). En números rojos las edades.

Una pirámide claramente regresiva. El grupo de edad más numeroso, el de 27 años. La de Garoña, casi decana.

Nuclear power plants, world-wide

27 marzo 2011

21 años, que no son pocos



Me asombran cada día, cuando las tengo delante, las series de datos climáticos, pues de una forma evidente muestran, una tras otra, que no existe para nada ese urgente y agobiante cambio climático del que por hache o por be todos los días hablan los que tienen voz pública.

Pongo arriba las temperaturas medias anuales en España durante los últimos 21 años.

21 años, que no son pocos. Y los cojo de la la web de la Agencia Estatal de Meteorología, de una confusa noticia, que sólo analizaremos algún que otro especialista, y de la que se puede confeccionar, como yo lo he hecho en esta tarde de domingo, la figura de arriba.

ps.: Rindiendo pleitesía al alarmisno climático, la entradilla de la noticia indica que la temperatura media del período de 30 años 1981-2010 fue 0,46ºC más alta que la del período 1971-2000. A la vista de la gráfica que acompaña el texto, hubiese sido mucho más interesante señalar que la subida térmica ocurrió toda ella en las décadas de los años 70 y de los años 80 y que durante las décadas recientes de los años 90 y durante la primera década de este siglo XXI, la temperatura media anual de España no ha subido nada. Durante los veinte últimos años, por lo tanto, pese al incremento del CO2, no asoma el oficial calentamiento acelerado. La nota de AEMET de esto no dice nada y los periódicos, al menos el que yo leí y me imagino que lo mismo habrán publicado otros, simplificaron la noticia diciendo que la temperatura media de España aumentó medio grado en los últimos 50 años, lo cual, por otra parte, tampoco es nada preocupante. En la nota no se índica qué estaciones se han usado y qué métodos se han utilizado para llegar a la cifra de 15,09 ºC, media anual durante el período reciente de 30 años, 1981-2010. Y aunque en el titular parece que la noticia va a decir algo también sobre la evolución de las precipitaciones, sólo dedica a la lluvia una frase: “por lo que respecta a la precipitación media no se ha observado cambios significativos entre los dos períodos manteniéndose en torno a los 648 mm anuales”. O sea, que tampoco nos estamos secando.

http://www.aemet.es/documentos/es/noticias/2011/03/Variacion_temperaturas.pdf

24 marzo 2011

A más calor, más aridez: una equivocación muy frecuente

Concentración de polvo en el hielo de la Antártida (en rojo) (sondeo
Vostok) durante los cuatro últimos ciclos glaciales y evolución térmica global aproximada

Uno de los equívocos climáticos más propagados es que en la Tierra el calor trae la aridez y el frío trae la humedad. No siempre es así. La historia del clima muestra que lo más frecuente es lo contrario.

Durante las glaciaciones del Cuaternario, el frío vino acompañado a escala global, con excepciones regionales, por una mayor aridez, debido a la ralentización de la evaporación y de la lluvia en mares y continentes. El viento y la erosión eólica fueron durante la glaciación más intensos en todas partes. Espesos depósitos de polvo amarillento (loess) de aquella época recubren vastas llanuras del norte de Europa y, sobre todo, de China. Los ice cores, sondeos en el hielo de Groenlandia y de la Antártida, contienen también en las capas correspondientes a la nieve de las glaciaciones mucho más polvo que en las correspondientes al período actual (arriba).

Se sabe que durante los tiempos glaciales el desierto del Sahara era bastante más extenso que hoy, tanto por el sur como por el este, y que, por el contrario, en épocas neolíticas recientes, más cálidas, se encogía y sus márgenes reverdecían. En Europa, durante las glaciaciones, las tierras ribereñas del Mediterráneo estuvieron ocupadas por una vegetación esteparia y seca.

En general, del estudio de los yacimientos de polen, del análisis de los paleosuelos y de los sedimentos glaciales, se deduce que hubo durante la última glaciación, que acabó hace unos 12.000 años, un gran empobrecimiento de la biomasa terrestre. No sólo por el frío, sino también por el bajo nivel de CO2, tan bajo (unas 200 ppm, la mitad que el actual) que reducía la fotosíntesis. En Africa tropical una parte de las selvas del Congo y de Guinea se convirtió en sabana. La vegetación arbórea de la selva tropical resistió tan sólo en las riberas de los ríos y en algunos lugares costeros favorecidos por la topografía. Lo mismo ocurrió en la Amazonia. También en las altas mesetas de Africa Oriental, en Kenia y Tanzania, se produjo una reducción de las precipitaciones de un 30 %, lo que unido a una disminución de la concentración de CO2 hizo que la línea superior de la vegetación arbórea estuviera unos cientos de metros más baja que lo que está hoy.

Frío, aridez, poco CO2, mucho ecologista, una tristeza.


ref.: Petit J.R. et al. 1999, Climate and atmospheric history of the past 420,000 years from the Vostok ice core, Antarctica, Nature, 399, 429-436

17 marzo 2011

Se hunde la costa 40 cm


La mayor parte de la costa afectada por el terremoto de Japón se ha hundido unos 40 centímetros. Lo anuncia la Agencia Japonesa de Meteorología. Acabado ya el oleaje producido por el tsunami, las mareas suben ahora 40 centímetros más de lo que antes subían. No ha habido que esperar al efecto del cambio climático que, al ritmo que va, 3 milímetros de subida al año, tardaría unos 130 años en hacer lo mismo. El hundimiento provocado por el terremoto fue cuestión de minutos.

El efecto más temido de un catastrófico cambio climático es la subida del nivel del mar. Sin embargo, la subida para los próximos decenios proyectada por los modelos del IPCC es en realidad muy modesta y, sobre todo, muy lenta. Se cree que el mar subió globalmente durante el siglo XX unos 15 centímetros y que de aquí al año 2100 subirá entre 20 y 50 centímetros más. Aunque esto fuese así, esta subida tan lenta no debería ocasionar ningún gran problema. De hecho, en el mundo desarrollado, pero también en los países más pobres, como Bangla Desh, la sedimentación natural costera y la actividad humana han provocado que en las últimas décadas el mar ha perdido más terreno del que ha ganado.

Por otra parte, el mar no se eleva en todas partes. En las zonas del hemisferio norte que estuvieron durante la última glaciación recubiertas de espesos mantos de hielo, el suelo se eleva lenta pero continuamente y el terreno se recupera así del hundimiento que provocaba el peso del hielo prehistórico, buscando por gravitación lo que los geólogos llaman el equilibrio isostático. Aunque la glaciación acabó hace más de 10.000 años, el terreno de gran parte de Escandinavia y de Finlandia sigue hoy subiendo, por lo que el nivel aparente del mar sigue bajando. Lentamente, sin mayores sobresaltos.


En la figura de arriba se representa en azul el nivel de mareas esperable y en rojo la variación del mar observada. En la figura de abajo la anomalía registrada, diferencia entre lo esperable y lo observado.

12 marzo 2011

Hasta que llegó el tsunami

El ejemplo francés ... Blayais, central nuclear francesa en la desembocadura del Garona, en las proximidades de Burdeos, esperando la marejada ...



Durante mucho tiempo, la discusión sobre el cambio climático y la influencia de las emisiones de CO2 fueron cuestiones que sólo interesaban a los climatólogos. El científico sueco Svante Arrhenius, en 1896, fue el primero que calculó el posible calentamiento global, lo que según él iba a ser muy favorable para los habitantes de la Tierra.

La ideología de que el calentamiento iba, por el contrario, a ser catastrófico, hizo su entrada en el mundo político mucho más tarde. El acto fundacional —lo cuenta Claude Allègre en su libro “La impostura climática”— ocurrió cuando un geoquímico de la atmósfera, Bert Bolin, publicó durante los años 60 una serie de artículos científicos alertando de los peligros potenciales del incremento de CO2. Bolin era amigo íntimo del primer ministro sueco Olof Palme. Hacia 1973, éste quiso que se implantaran en su país veinticuatro reactores nucleares. Palme utilizó ante el público y en el parlamento sueco los argumentos de su amigo Bolin de que el CO2 era mucho más peligroso que el uranio. Los años 70 fueron los años de gloria de la energía nuclear. Pero acabaron con los terribles accidentes de Three Mile Island, en 1979, en Estados Unidos, y el de Chernóbil, Ucrania, en 1986.

Posteriormente, agotado el alarmismo creado por el “agujero de ozono “, el tema del “calentamiento global” se puso de moda en Estados Unidos y en Europa, y a lo nuclear le surgió una magnífica oportunidad de rehacerse. El lobby, impulsado especialmente por Francia y Japón, fue discreto en los primeros años, pero pronto abiertamente se presentaron como los salvadores del planeta, con el argumento simplón de que las centrales nucleares no emiten CO2. El Protocolo de Kioto, firmado en 1997 y que entró en vigor en 2005, definitivamente demonizó al CO2 , a la vez que invitó de nuevo al mundo a la energía nuclear.

Hasta que llegó el tsunami.


06 marzo 2011

Flujos de CO2


Intercambio medio anual neto de CO2 entre la biosfera terrestre y la atmósfera durante el período 2001-2009. Representa el intercambio de carbono entre la fotosíntesis (del aire a la biosfera) y la respiración y el fuego (de la biosfera al aire). No incluye las emisiones de combustibles fósiles. El color azul indica las zonas en donde ha habido un aumento neto de carbono en la biosfera y el color rojo, por el contrario, las zonas en donde la biosfera ha perdido carbono. (CarbonTracker 2010)

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Gracias al CO2 hay primavera. Todos los años, de mayo a septiembre, disminuye la concentración de CO2 en la atmósfera. Durante estos meses la absorción de CO2 por parte de la vegetación terrestre es tan intensa que supera con creces al conjunto de lo emitido por la respiración de plantas y animales y a lo emitido en la quema de combustibles fósiles. Su concentración atmosférica disminuye a la vez que en el suelo aumenta el verde.

Aunque normalmente se le considera un gas maléfico, el CO2 es la fuente del carbono de la materia orgánica. La función clorofílica, en la cual el CO2 que absorben las hojas se une al agua que succionan las raíces, es la principal reacción química de la superficie terrestre. El carbono no sólo es esencial en las plantas sino que también forma el 18 % de la materia corporal de los seres humanos. Su combustión metabólica es además la que nos suministra calor y energía.

A partir de septiembre las cosas cambian. Cuando llega el otoño, la descomposición de la materia orgánica de hojas y ramas, a la que se añaden las emisiones humanas, hace que la concentración de CO2 de nuevo aumente. Más de lo que ha disminuido en los meses anteriores.

Sin embargo, en el cómputo anual, la cantidad de CO2 emitido por los humanos es mayor que el incremento que se mide en el aire. Pasa eso porque una gran parte del carbono que emitimos va a engrosar año tras año la biomasa terrestre. Gracias a la combustión de gas, petróleo y carbón, las primaveras del planeta pueden ser cada vez más verdes. Siempre que no actúen, con demasiado descaro, las motosierras.



01 marzo 2011

El penúltimo interglacial

Diferencias de insolación (en W/m2) con respecto al presente en el tope de la atmósfera según la latitud y el mes del año hace 127.000 años (Winter A. et al. 2003)

Este verano, en el norte de Groenlandia, un sondeo danés traspasó los 2.537 metros de espesor que el hielo tiene en aquel lugar y tocó la roca subyacente. El sondeo se dio entonces por finalizado y los científicos comenzaron a estudiar los cientos de metros de cilindros de hielo extraídos.

El objetivo prinicipal de este proyecto científico, denominado NEEM, que todavía sigue su curso, es estudiar las capas más profundas del hielo, aquéllas que formaron las nieves que cayeron en Groenlandia hace más de 120.000 años, en el transcurso del interglacial que antecedió a la última glaciación. Las características del hielo y de las burbujas de aire conservadas durante más de cien mil años permitirán determinar algunas peculiaridades importantes de la atmósfera de entonces, como son la temperatura y el contenido de CO2.

Otros sondeos anteriores indican que en aquel interglacial, de nombre Eemiense, la concentración de CO2 no llegaba a las 300 ppm (hoy es de 392 ppm) y, sin embargo, la temperatura en Groenlandia era unos 4ºC superior. Debido a los ciclos orbitales de la Tierra alrededor del Sol, la insolación durante el verano en las latitudes altas del hemisferio norte superaba en 50 W por metro cuadrado a la actual y era probablemente la principal causa del calor y del fuerte deshielo estival. Se sabe también, por las terrazas de coral, que la superficie marina quedaba entonces entre 4 y 6 metros por encima de la cota cero actual.

El nombre que se le da en Europa a este período cálido, Eemiense, procede del valle del río Eem, en Holanda, en donde se encontraron sedimentos de aquella época que contenían fósiles de fauna templada y pólenes de árboles frondosos, anteriores a la última glaciación. Los neanderthales habitaban ya Europa y probablemente no les preocupaba tanto como a algunos de sus primos de hoy, ni el calor estival, ni la subida del mar.