06 enero 2007

Calor urbano


Cuando hablamos del "cambio climático" del siglo XX, hablamos de un incremento en 100 años de unas cuantas décimas de grado, pero en cualquier gran ciudad, y en casi cualquier día, las diferencias de temperatura registradas al final del día entre unos lugares y otros, tanto en las máximas como en las mínimas, suelen ser de varios grados centígrados. Aquí pongo por ejemplo un cuadro con las temperaturas registradas en diversas localizaciones de Madrid el pasado día 3 (lo extraigo de aquí).

Las diferencias suelen ser mayores en las temperaturas mínimas que en las máximas. En general, las ciudades se enfrían de noche bastante menos que el campo que las rodea. Varios grados menos. Es lo que se llama la "isla de calor" urbana.

Este calentamiento urbano, del que se habla poco porque no se sabe cómo meterlo en los modelos climáticos de predicción, introduce dos complicaciones en el cálculo de la tendencia global de la temperatura media.

La primera de ellas es que, debido a que las urbes se han ido comiendo el campo, algunos observatorios que antes eran rurales han pasado a ser urbanos. Entonces, si sus temperaturas han subido, puede que lo hayan hecho debido a esta evolución local y no sólo al "calentamiento global" del planeta. Si los registros de estos observatorios entran en el cálculo de la tendencia global de la temperatura media a lo largo del siglo, algo habrá que hacer para que no desvirtúen el resultado. Al parecer se hace, se introducen unos índices correctores más o menos arbitrarios, pero el asunto es bastante secretivo, porque los grandes hacedores del asunto (que son unos pocos) no gustan de dar explicaciones.

La segunda complicación es determinar hasta donde llega la influencia del calor urbano y cómo repercute el asfaltado del campo en los flujos de energía y de vapor de agua entre el suelo y el aire. Por ejemplo, actualmente se calcula que el 3% de la superficie de Estados Unidos está urbanizada y que los terrenos impermeables (es decir, cementados) ocupan el 1,5%. No parece mucho, pero puede que repercuta en el calentamiento del aire más que el acusado (el CO2). Como no se sabe, no se habla.