28 octubre 2006

Efecto foehn


Tengo que explicar algo que requiere unos minutos de atención:

Aquí va la frase: el efecto foehn es un efecto de calentamiento que se produce a sotavento de una cordillera, o de una meseta, cuando una gran masa de aire desecada desciende en bloque y se comprime.

Este Octubre ha soplado el viento sur en el Cantábrico oriental y se han batido records de temperatura. El calor no ha sido tanto porque el aire haya venido del sur —que también— sino por el efecto foehn. Cuando el aire húmedo entra por el suroeste y se eleva por encima de las mesetas y cordilleras peninsulares, pierde presión al ascender y se enfría (unos 0,6ºC cada 100 metros de elevación) y luego, cuando baja hacia el Cantábrico y la Aquitania se comprime y se calienta (aproximadamente 1ºC cada 100 metros de bajada). Es decir, que al final de su travesía peninsular está más cálido que cuando entró. ¿Pero por qué pierde menos temperatura al subir que la que gana al bajar ?. Pues porque al subir estaba aún húmedo y en la condensación de su vapor de agua —en la formación de nubes— hay una suelta de calor que compensa en parte el enfriamiento por pérdida de presión. Sin embargo, cuando al final baja, ya está seco, no hay más condensaciones, y por eso se calienta más al bajar y comprimirse de lo que se enfrió al subir.

Estas situaciones de viento sur, con efecto foehn incluído, son muy frecuentes por aquí. Leí que estaciones balnearias como Biarritz, al otro lado de la frontera, se desarrollaron cuando la ociosa aristocracia inglesa puso de moda prolongar el verano inglés viniendo al País Vasco a pasar la primera parte del otoño. El geógrafo Georges Viers escribió un librito específico sobre el viento sur otoñal en el País Vasco: "Haize-Egoa, le vent du sud" ( Bulletin de la Societe des Sciences, Lettre et Arts de Bayonne, 1973). El viento sur vuelve diáfano el aire y realza los colores vivos del otoño vasco. Arriba, las palomas migratorias se encuentran con viento fuerte de cara, se agotan y descienden incautas, sin saber que escopetas y redes las están esperando.

Hace unos años se me ocurrió una hipótesis sobre el origen del euskera y de los vascos —o de los magdalenienses, según se prefiera—, según la cual una mayor frecuencia de viento sur durante los últimos tiempos fríos de la glaciación creó una zona de refugio climático invernal en el territorio de Cantabria, País Vasco y Aquitania (Iñigo Gurruchaga escribió sobre el tema hace unos días en un artículo, a propósito de un libro publicado en Inglaterra sobre el origen de los británicos). En aquel tiempo glacial el viento sur no traía lluvia a la Península, sino nieve— pues el Atlántico estaba muy frío— y la hacía inhabitable. Y la vida en la mayor parte de Francia y del resto de del occidente europeo tampoco era soportable, debido a los vientos del nordeste que bajaban desde el manto de hielo Finoescandinavo.

¿Por qué eran más frecuentes los vientos del sur entonces ? Mi teoría es que el gran domo de hielo que ocupaba Norteamérica (el manto Laurentino), obligaba al flujo de vientos del oeste a cruzar el Atlántico por latitudes más bajas que hoy, pero este flujo recuperaba su latitud antes de llegar a Europa soplando desde el suroeste (arriba pongo un mapa y aquí hablo de ello).